Un día… vamos eh… un primo mío que tenía, bueno y tenía y tengo entodavía vivimos ¿eh?, vamos a una huerta, yo no sabía que tenía amistad con los dueños ¿eh? Y allí también había una paré y… con con estos alambres que ponen a… a… ensima de la paré, pa que no salten la gente, pues por allí, por por ensima, subimos en la paré por ensima de los alambre, saltamos adentro, había un árbol, había allí, junto al árbol y del árbol pabajo, melocotones así de… como el puño, rojos rojos rojos, ahí va comemos allí, en el árbol, llenamos en los colcos y los borsillos y vamos a salir, teníamos que subir el árbol para saltar e… a la paré… y y mi primo primero iba, y yo… por atrás. Cuando saltó a la paré del árbol:
– “¡Ahí va salta abajo!”
– “¿Pero qué pasa?”
– “Eh, un hombre es está entrando padentro.”
Eh yo subo el árbol, doy a la paré y veo que un hombre que está abriendo la puerta, eh, cuando en… abre la puerta y entra dentro, yo… voy a saltar de… de esto, de la paré a afuera, agarro los pantalones, pantalones cortos, y no sé dónde me agarró ¡ahí va! de cabesa pabajo, pego el suelo con la frente… y… no sentí nada, me levanté, pero tomé… cogí un golpe grande, pero en aquel momento en caliente, yo arranco y me march’ escapé, y no me cogió nadie y no me enteré de nada, y después, en el pueblo, ahí viene mi primo:
– “¿Qué ? Yo ya he escapau ¿y tú qué? ”
– “A mí ya me ha agarrau.”
– “¿Y qué?”
– “Eh no me ha hecho nada.”
– “Eh ¿por qué?”
– “E e es conosido mío y me ha dejau.”
– “¡Ahí va, vaya suerte!”